domingo, 1 de enero de 2012

Día 1

Domingo, feriado, y primer día del internado, todo apunta a que hoy el trabajo en el Hospital Cayetano Heredia se acaba temprano. Dos pacientes en Urología. Una señora de 55 años con cáncer avanzado de cérvix que fue operada hace 20 días por ruptura vesical. Se le dejó un dren que ya ha sido retirado pero ahora tiene una fístula vesicocutánea, de manera que será reintervenida en unos días. El otro paciente es un señor con uropatía obstructiva por hiperplasia benigna de próstata, ya operado y adenectomizado, con evolución favorable y cerca de volver a casa. El trabajo hoy pinta fácil, solamente hay que chequear que los pacientes estén bien.





Notas de evolución listas, todo está bajo control. Pensando que ya he acabado mi trabajo, me cruzo con los médicos residentes de urología, mis superiores inmediatos. Me dicen que solo falta una cosa para irme, un petit plan tigre. Hay que actualizar el riesgo prequirúrgico de la señora con la fístula vesicocutánea. Tomar hemograma, 
electrolitos, úrea, creatinina, perfil de coagulación, proteínas completas y fraccionadas.



Solo hay que muestrearla. Tres tubos de sangre para completar el prequirúrgico de una paciente que habiendo sido operada hace menos de tres semanas, ya tiene exámenes completos y actualizados. Como es domingo y los técnicos de laboratorio no trabajan, yo tengo que sacar la muestra. Les explico esto a mis residentes. Les digo que no entiendo el sentido de pedirle el domingo primero de enero, con el hospital funcionando a media caña, exámenes auxiliares a una paciente que está clínicamente estable, que ya tiene exámenes actualizados normales, y que no va a ser operada de emergencia sino intervenida en al menos tres días más. Me dicen que para ellos tampoco tiene ningún sentido, que están siguiendo indicaciones de más arriba. Les digo que incluso si van a pedirle riesgo quirúrgico nuevamente, que cuál es la premura de pedirlos hoy, cuando puede venir el laboratorio el lunes a primera hora y sacar las muestras de sangre y tener los resultados listos para el mediodía. Insisten en que ellos tampoco entienden, pero que es mejor hacerlo porque más arriba les han dicho que lo hagan. Me pregunto cuál será la justificación de ese médico, que está más arriba, para pedir exámenes sin sentido con prisa no justificada. Pero hay que acatar órdenes. Si algo aprendí el 2011 es que la argumentación y los cuestionamientos del razonamiento ajeno se malinterpretan como flojera y ganas de no chambear. Para mí es evidente que ese no es el caso, que solo quiero entender lo que me están pidiendo. Pero los residentes ya me miran con escepticismo. “Parece que este chico es flojo y no quiere hacer su trabajo”. ¿Será pensar parte de mi trabajo?

Ni modo, hay que seguir indicaciones.  Son solo tres tubos de sangre, no debería tomar más de cinco minutos. Voy al cuarto de la paciente. Cuatro camas libres y dos ocupadas en un cuarto con ventanas cerradas y bochorno tropical. Me acerco a mi paciente. La señora tiene obesidad mórbida. No pinta un muestreo fácil. Saludo, me presento, explico qué voy a hacer. Le digo que como van a volver a operarla, es necesario actualizar sus exámenes. Qué difícil es explicar acciones en las que no creo. Me mira desconcertada. “¿Me van a volver a operar? No me han explicado bien. ¿Cuándo? ¿Por qué?” Conversamos un rato y hablamos sobre su enfermedad. Luego prosigo con el muestreo.

Preparo el material, busco una vena suculenta y frustrado me contento con una sombra azul en la cara lateral de su antebrazo izquierdo. Rodeo su brazo enorme con mi liga celeste. Que haga puño. Entra la aguja, pongo el tubo y la vena desaparece. Como si estuviera escondiéndose, cachacienta, burlándose de mis manos inexpertas y de mi cerebro mal descansado. Empiezo a sudar. “¿Qué pasa doctor, no hay vena?” Tratamos de nuevo, ahora en la mano. Otra vez. Una gota de sangre resbala por dentro del tubo y se coagula a medio camino entre la tapa y el fondo. Sé que la gota me mira y se mofa de mí. Boto el tubo que ya no sirve, siempre es bueno contar con repuestos.



A la tercera pinchada la señora me pregunta qué tan necesario es el examen en verdad. No sé qué decir. Respondo con palabras complicadas. No sé qué estoy diciendo. ¿De qué manera estoy ayudando a esta persona? ¿Cuál es el sentido de todo esto? Veo su mueca de dolor mientras la pincho una cuarta vez, ahora en la mano derecha. Su hijo que está en la silla de al lado me mira aprehensivo. Me enojo conmigo mismo, esto ya fue suficiente.

En este punto, he probado muestrearla con aguja, jeringa y vacutainer. Naranja huando, esta señora candidatea para Miss Inmuestreable 2012 y recién voy unas horas dentro del internado. Boto el material desperdiciado.  Le pido permiso, que ya regreso.

Respiro y busco a los residentes. Nuevamente cuestiono la necesidad de los exámenes y la premura con los que los necesitan. Les explico que he pinchado a la señora cuatro veces y que ya está medio fastidiada, que no logro sacar la muestra y que si no podremos dejar los exámenes en la ventana de laboratorio para que los técnicos vengan mañana y saquen los exámenes ellos mismos. Me dicen que hay que seguir las indicaciones. Hay que. Que no perdemos nada. Un WHAT THE FUCK?! gigante y en luces de neón se prende en mi cabeza. ¿Dónde esta el primum non nocere? Alguien se olvidó de que esta señora tiene cáncer terminal y está internada en año nuevo? Pero hay que hacerlo, porque eso dicen los residentes, aunque no tenga ningún sentido. “Pídele ayuda a la enfermera. Ella tiene buena mano”.

La primera enfermera colocó la liga y palmoteó duchamente una vena gorda que se escondió el segundo en que la aguja tocó la piel. Se puso nerviosa y no quiso tratar de nuevo. Llamó a la Jefa de Enfermería. Sólo dos pinchazos con una bránula número 20 fueron necesarios. Es que las bránulas son flexibles, y así es más fácil acceder a venas delgadas. La experiencia es imbatible y la medicina no es solo una ciencia. Success.



Tubos listos y entregados en laboratorio, mañana a primera hora debería recoger los resultados, para que ese médico de más arriba esté satisfecho. En un lugar en donde deberían primar la ciencia, el criterio y el bienestar de los pacientes, triunfan constantemente la irracionalidad, el miedo y la deshumanización de la medicina. Pero no intento con esto ver sólo lo negativo del asunto. Aprendí a muestrear con bránula.